Cosas de porteria II

Me encontraba yo sentado en la portería aburrido cuando llego una chica al club y se dirigió hacia mi para pedirme una llave para la taquilla de los vestuarios de las piscinas.
Que rica estaba (pensé).
Cuando deja mis dominios y se dirige hacia los vestuarios me doy cuenta que se había olvidado el móvil en el mostrador.
Entonces es cuando una mente enferma pero rauda y veloz actúa de inmediato, y lejos de alertarla sobre el objeto olvidado, pienso que de algo me servirá el móvil, aunque todavía no sepa para que.
Pero es lo que tienen los pervertidos sicópatas futuribles asesinos. Que siempre encontramos algo que hacer con los objetos ajenos de cochinorras.
Como no, me puse a ojear el contenido del móvil.
La guarrilla tenia muchos números de teléfonos, estaba claro que tenia una vida social bastante rica. Llena de amigos, familiares y demás seres queridos. No como yo.
Pensé entonces que yo y esa gachí deberíamos ser amiguetes y se me ocurrió la idea de agregar mi numero a su móvil, la cosa mas natural del mundo.
Me agregue como Po john. Me ponía bruto solo pensar en cuando la pivilla ojeara sus contactos telefónicos y viera mi nombre, a ver que haría ya que no sabría quien seria.
A la salida le devolví el móvil y quede como un campeón.


Unos días después recibo una llamada de una chica que me pregunta:
- Hola, ¿Quién eres?- me dice de forma insegura.
Yo ya sabia quien era , y decidí tratarla con una educación exquisita.
-Soy John…..Po John, el chico de tus sueños preciosa, le digo en tono romántico.
Se hace el silencio al otro lado de la línea telefónica.
-No se quien eres John- al fin contesta la chica.
- ¿Que no sabes quien soy? pedazo puta mierda, y ves un numero de teléfono con mi nombre en tu móvil y me llamas perra asquerosa maldita zorra , ¿Qué querías puta? ¿Qué te diera pollon? A que si guarra maldita, te voy a violear to er chinchín y el popito sucia. (Todo esto dicho si cabe en un plan aun mas romántico, como solo yo se hacerlo).
La perrilla me cuelga el teléfono y me deja asi en medio de la charla, sin educación alguna.
Unos días después aparece de nuevo por el club y se dirige hacia mi para pedirme la llave de la taquilla sin saber lógicamente que yo era su príncipe azul.
-Hola buenos días- me dice la golfa.
-Buenos días – le respondo de forma seca.
Le doy su llave y no le digo nada mas. No voy a ser yo el que después de cómo me trato por el teléfono vaya a seguir intentando salvar una relación tan bonita como la nuestra.